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Cómo Alejar Tus Preocupaciones

Autor: Sebas CelisAutor: Sebas Celis
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Cómo Alejar Tus Preocupaciones | Desarrollo PersonalFoto de hombre preocupado vía Shutterstock por Andriy Petryna

Cómo Alejar Tus Preocupaciones

Un post escrito por mi amiga Edith Gómez, con una explicación muy amplia de por qué y cómo puedes alejar las preocupaciones de tu vida.

Cada día las preocupaciones parecen estar más presentes en la vida de todos. La mayoría de ellas surgen por los pensamientos que se forman en la mente respecto a las cosas vividas o lo que podría suceder a futuro.

Otros asuntos también roban la tranquilidad como, por ejemplo, el estado de salud propio, o de algún miembro familiar, las deudas por pagar, los inconvenientes laborales, la renta de la casa, el pago de servicios, entre muchos otros que incluso impiden poder pensar en positivo y vivir de manera optimista.

La mayoría de estas preocupaciones despiertan tan pronto llega el amanecer, y continúan presentes a lo largo del día. Sin duda alguna, la mente tiende a sentir colapsada y esto acarrea otros efectos.

Por ejemplo, preocuparse constantemente termina por ocasionar depresión, ansiedad angustia, y otros malestares.

Por supuesto que todos nos hemos llegado a sentir preocupados en algún momento de nuestras vidas, sin embargo, cuando esta preocupación predomina y nos impide tener un minuto de tranquilidad, o ejecutar otras tareas con serenidad, entonces empieza a convertirse en un problema, cuyas consecuencias pueden ser muy graves.

Algunas personas tienen la errónea creencia de que preocupándose van a solucionar los problemas, cuando en realidad la verdad es que sólo están aumentando las probabilidades de tener un problema mayor que puede inclusive comprometer la salud en general.

Las preocupaciones sólo generan negatividad en la vida. Aunque algunas veces funcionar preocuparse un poco, ya que centra la atención en una situación que debe resolverse, cuando los niveles son exagerados, además de comprometer la salud de la misma persona también es nocivo para el ambiente familiar, quien también padece las consecuencias de ello.

Al estar preocupados, es imposible disfrutar de un hermoso día, así como de las cosas más simples y hermosas de la vida, incluyendo la presencia de nuestra familia.

Tener pensamientos angustiantes sobre una misma situación, en lugar de lograr resolver, sólo impide encontrar una solución acertada. Pensar con desasosiego provoca que la mente se canse y el que el cuerpo termine sucumbiendo.

Uno de los síntomas más frecuentes, en quienes se preocupan excesivamente, es el dolor de cabeza, dificultad para dormir –por lo que despiertan siempre sintiendo un cansancio que no pueden disminuir-, irritabilidad, entre otros, que al final se exteriorizan a nivel físico.

La Preocupación Se Transforma En Un Problema

Tal como hemos afirmado, las preocupaciones, lejos de aportar una solución, pueden transformarse en un verdadero problema cuando esta persiste durante días.

Usualmente, el tipo de preocupación considerado normal es cuando un pariente enferma, se pierde el trabajo, se presenta un problema con un vecino o un amigo debido a un malentendido, entre otros motivos.

No obstante, el momento en el cual estos pensamientos se transforman en un problema ocurre cuando la preocupación nos impide solucionar al momento de la mejor manera, o cuando nos sitúa ante situaciones que no están ocurriendo.

Al lado de la preocupación se encuentra la imaginación, la cual agrava la angustia a medida que la persona preocupada comienza a plantearse hechos que no están en el presente, como por ejemplo pensar que la salud del pariente enfermo podría empeorar, que el vecino le hará la vida imposible a partir de ese momento en adelante, que entre esa persona y su amigo se generará una enemistad eterna, entre otras situaciones imaginadas o ficticias.

La preocupación en estos casos se presenta es por no encontrar una manera de solucionar todas esas situaciones hipotéticas y que no están presente en la realidad tal como pensar que, si un día han tenido problemas en el trabajo, le despedirán y no tendrá cómo pagar la renta de la casa.

Por supuesto que un mal día en el trabajo lo tiene cualquier persona, y claro que pueden ocurrir problemas, pero no por esto se tiene que presentar un despido necesariamente. Es obvio que imaginar estas cosas despierta malestar, impide la concentración en otras tareas y enferma la mente el organismo.

Otros factores que pudiesen desencadenar algún tipo de preocupación es cuando creemos que somos multitask y nos comprometemos con múltiples tareas sin poder finalizar ninguna.

Detalles pequeños del día a día también pueden ejercer presión en algunas personas. En otro caso, hay quienes escuchan a un amigo o familiar plantear una situación problemática y la toman como suya, a raíz de allí surge una preocupación por la otra persona.

Los innumerables daños que esta tortura autoimpuesta puede ocasionar realmente no valen la pena para continuar sintiéndose de esa manera. Más bien, desde momento que se presenta una preocupación, si observamos que esta tarda en desaparecer, debemos colocarle una barrera emocional para proteger nuestra mente y nuestro cuerpo.

La ansiedad, la tensión muscular y los demás síntomas son verdaderamente un malestar para quienes sufren con motivo de las preocupaciones.

Tan pronto aparece una idea hipotética, a esta le sigue una cadena de pensamientos negativos -también imaginarios-, por lo que estas personas empiezan a vivir bajo tribulación y con verdadero sufrimiento, algo que es difícil de comprender para otros que no lo han vivido.

Estos aspectos le confieren complejidad al asunto. Quizás muchos crean que sentir un poco de preocupación es normal, y que las demás personas exageran. Pero, la realidad es que se necesita desarrollar empatía y brindar apoyo a los que viven con este mal, dado que es muy difícil para ellos encontrar la tranquilidad en sus vidas.

Este estado de preocupación excesiva impone un cerco que paraliza a la persona dentro de sus propios pensamientos y por lo tanto no puede encontrar una solución a lo que está pasando, no sabe cómo decidir o cómo escoger la decisión más asertiva, o actúan de manera inapropiada, acarreando más dificultades a su vida.

Dicha situación atrapa a la persona entre sus propias dudas, pensamientos pesimistas y su sufrimiento, por lo que el dolor y la desesperación se agudizan siendo necesario en algunos casos recurrir al psicólogo o psiquiatra, dependiendo de la gravedad, para iniciar un ciclo de terapias o un tratamiento farmacológico que no permita que el paciente se haga más daño con sus emociones.

Cuándo El Problema Aparece Con Más Frecuencia

El problema que hemos descrito suele aparecer con mayor frecuencia e intensidad en personas que se caracterizan por ser perfeccionistas, tienen una autoestima frágil, dependencia hacia otras personas, temor a los comentarios que hacen los demás, entre otras cualidades.

En estas personas también suele estar presente un fuerte deseo por controlar todas las situaciones que se presenten y comienzan a interpretar lo que acontece como una amenaza, por lo que deben anticiparse y comienza la preocupación.

La preocupación en exceso es un problema tan fuerte que quienes lo sienten se mantienen la mayor parte del tiempo en un estado de alerta –también excesiva- para evitar ser impactados por algún tipo de amenaza, que no siempre tiene cabida en la realidad.

Como consecuencia, experimentan pánico cuando no pueden ver el modo en el cual ocurrirán los hechos, es decir, cuando sienten incertidumbre, y todo cuanto ocurra desde ese instante lo entenderán como un hecho que amenaza.

Este modo de sentir no logra disminuir porque las personas falsamente creen que con ello podrán hacer que la situación sea mejor o que, imaginando el posible futuro, estarán en capacidad de anticipar una solución si los hechos se dan tal como los han imaginado, aunque en la mayoría de los casos no sucede nada de esto.

Las manifestaciones que se pueden observar incluye un impulso por realizar constantes llamadas para verificar que todo se encuentra bien, permanecer intranquilos, contactar a otras personas para confirmar que están libre de peligros, entre otros comportamientos que puede llegar a convertirse en una verdadera molestia para los demás.

Una de las consecuencias que provoca este malestar se da cuando la persona queda sin poder realizar las demás tareas de su vida cotidiana, como estudiar, trabajar, entretenerse, y se concentra sólo en sus perturbadores pensamientos.

El Momento Para Dejar De Sentir Preocupación

Las preocupaciones deben abandonarse cuando estas giran en torno a un hecho que ya ha ocurrido. Se necesita comprender que si es un suceso del pasado no tiene sentido preocuparse por él porque es imposible detener el tiempo o vivir con la mente y la mirada en algo que no está ocurriendo en este momento.

Lo único que se puede obtener del pasado es un aprendizaje que nos permitirá actuar mejor en una futura ocasión.

Si estamos ante un problema cuya solución no depende de nosotros, entonces no vale la pena enfermar preocupándose ya que es algo absurdo hacerlo. En el caso contrario, cuando el problema sí se puede solucionar, lo mejor es desplazar la preocupación hacia un lado y empezar a actuar hasta donde sea posible.

Cómo Alejar Las Preocupaciones

Estos pequeños consejos podrán ayudarte a superar los momentos de preocupación hasta lograr sacarlas de tu vida o, al menos, podrán evitar que la preocupación sea prolongada y se robe el disfrute de los momentos más hermosos e importantes:

  1. Explica cómo es el problema: que ocasiona la preocupación, y hazlo de la manera más explícita que puedas, intentando que no se escapen aspectos importantes.
  2. Plantea tus temores: o todo aquello que piensas que puede ocurrir, así como sus posibles efectos, y cómo esto podría afectar tu vida.
  3. Lee: nuevamente tu escrito y pregúntate si realmente estás pensando con claridad en el momento y si existe realmente una probabilidad de que las situaciones que has imagino ocurran. Pregúntate, además, si las supuestas consecuencias tendrían un impacto en tu vida, pues, muchas veces –tal como hemos mencionado- se trata de problemas de otras personas que asumimos, pero que no tienen ninguna repercusión en nuestra vida.
  4. Empieza a marcar una equis: en las posibles consecuencias que has escrito y observa con detenimiento el problema. Es probable que el problema no tenga la magnitud que le has concedido en un principio.
  5. Plantea todas las soluciones: que pueda tener el problema y analiza cuáles dependen de ti, cuáles están realmente en tus manos, hasta dónde podrías tú actuar y cambiar lo que ocurre. Algunas veces nos torturamos por cosas en las cuales ya no podemos interceder porque depende de la actuación de otras personas, y justo en este punto se debe soltar la angustia.
  6. Imagina las preocupaciones: como si estuviesen volando y cómo estas caen una a una delante de ti. Obsérvalas caer y mira cómo estás no valen nada, sino que simplemente desaparecen una vez que llegan a tierra.
  7. Despeja tu mente: haciendo otras cosas que alejen el problema o te pongan en resguardo. Puedes escuchar música, reunirte con amigos, ver una película, hacer alguna manualidad, pintar, o simplemente una simple lectura.
  8. Piensa de manera optimista: esto ayudará a sentir menos estrés porque cuando nos sentimos preocupados todo lo que predomina es el pesimismo. Lee frases inspiradoras e imagina muchas cosas buenas en tu vida. Piensa en un futuro en el cual estén incluidas todo cuanto deseas y consideras que te hará crecer como persona.
  9. Muestra agradecimiento: por todas las cosas buenas que están en tu vida, pero que en ese momento no ves porque la preocupación te lo impide. Toma un momento y observa, que esas cosas están allí y esperan ser vistas.
  10. Confía en ti: y siente la convicción de que tú puedes solucionar cualquier problema que se presente, porque ningún problema es tan fuerte como imaginamos. Estos se ven grande sólo porque los hacemos grandes con nuestra imaginación.

Aplicando estos diez sencillos ejercicios podrás presenciar cómo todo será más sencillo y cómo podrás tener mayor control sobre tus emociones, y con ello vendrá la claridad para poder resolver los conflictos de la manera más apropiada.

Otro aspecto importante a considerar es que cuando estés preocupado, bajo ninguna circunstancia recurras al alcohol u otras sustancias. Con esto efectivamente no lograrás resolver nada, sino que podrías incluso llegar al extremo de empeorar lo que ocurre.

Si llegas a sentir mucha presión, sal a dar un paseo, camina y relaja tu mente. Mira con detenimiento todas las hermosas cosas que se encuentran a tu alrededor, siente el aire en tu rostro, mira cómo caen las hojas de los árboles, observa la felicidad y sonrisa en la cara de los niños y piensa cuántas otras cosas buenas suceden en el mundo, pero no las observas porque tú lo impides.

Inscríbete en clases de meditación, yoga u otra disciplina que te guste y te haga sentir plenitud y tranquilidad.

Si aún crees que es muy fuerte lo que te está pasando y temes afrontarlo, entonces acude por apoyo profesional, pero, sobre todo, ten presente que el día de mañana siempre deparará una nueva oportunidad para hacer mejor las cosas.

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